Desde pequeña, Daniela Vergara Feliú demostró un interés especial por el cuidado del medio ambiente. Recuerda que a los doce años recorría playa Barranquilla – donde iba a acampar con su familia – recogiendo la basura que dejaban los turistas. Claro, en ese momento nunca imaginó que lideraría proyectos ambientales con impacto regional e internacional.
Traductora, intérprete y profesora de inglés de profesión, llegó a trabajar en el área administrativa de la Minera Kinross, para luego pasar al departamento de Medio Ambiente de la misma compañía, donde inició el camino que hoy la tiene no sólo trabajando en el reciclaje de pilas con Recybatt, sino también en Reciclatacama, empresa que creó para contribuir al desarrollo de una cultura ambiental en la región y para levantar la primera planta de reciclaje de la zona norte.
Autodidacta, comprometida y matea, son algunas de las características que le han permitido convertirse en referente femenina en gestión ambiental e innovación, así como ser la primera mujer de la zona norte en ser seleccionada para participar en The S Factory, programa de Startup Chile que potencia el desarrollo de emprendimientos con base tecnológica lideradas por mujeres.
HUELLA VERDE
En su paso por la minería, Daniela logró instalar el concepto de reciclaje en la empresa en la que trabajó por cerca de 7 años, desarrollando campañas internas con excelente acogida de los trabajadores; también logró externalizar la experiencia llevando talleres de sensibilización ambiental y puntos limpios a los sectores aledaños a las faenas.
Pero lejos de perpetuar esa exitosa gestión, la joven sintió la necesidad de ir más allá: “Trabajando el área de residuos en la minería empecé a visualizar a nivel macro lo que sucedía con la basura. Entendí que lo único que estamos haciendo como sociedad es acumular y enterrar… seguimos aumentando los rellenos sanitarios; es como esconder la basura debajo de la alfombra, así nadie la ve, pero está ahí, no ha desaparecido”, señala Daniela.
Ese análisis marcó un punto de inflexión para esta emprendedora, y con ello comenzó a moldear una visión, un sueño: “Quiero ser un agente de cambio, dejar una huella de respeto hacia el medio ambiente”.
Como para muchos emprendedores, el camino de Daniela no ha sido fácil. Luego de dar un salto al vacío y renunciar a su trabajo, comenzó a dedicar el 100% del tiempo a sus proyectos, lo que ha conllevado sacrificar vida personal, pasar por estrechez económica y dedicar menos tiempo del que quisiera a su pequeño hijo.
“Emprender es muy demandante y siempre el factor económico es la primera barrera. Sin embargo, hoy yo me siento feliz, muy contenta con lo que estoy haciendo. No te miento que a ratos siento que estoy dejando muy pronto a mi bebé, porque al mes de su nacimiento yo volví a trabajar; pero el emprendimiento no te espera, ósea si no sigues adelante viene otro y te come y yo no voy a permitir que todo el trabajo que he realizado en estos tres años se pierda”, explica.
En este sentido, Daniela agrega que cada vez que el ánimo decae busca reconectarse con el por qué y para qué decidió emprender, es decir, dejar una huella positiva en el ámbito ambiental y ofrecer puestos de trabajo a personas en situación de vulnerabilidad, mujeres y madres solteras que han vivido violencia. “Me doy por pagada si puedo hacer el cambio en la vida de una persona”, afirma.
Además, le gustaría que su historia sirva de inspiración, “que las mujeres de la región y ojalá de Chile entero vean que, si pude hacerlo ellas también pueden”.
EMPODERAR Y CRECER
Hoy, con Reciclatacama, Daniela ofrece talleres de sensibilización ambiental en establecimientos escolares, empresas y comunidades. “Gracias a la docencia, entendí que lo más importante es educar. No sacamos nada con llenar la ciudad de puntos limpios si la gente no tiene la conciencia ni la cultura, no sabe por qué, para qué están, cuál es la importancia que tienen.”
También está comenzando a trabajar en la implementación de infraestructura para puntos limpios. Pronto habilitará algunos en Tierra Amarilla y en el Parque Kaukari.
En paralelo Daniela sigue avanzando con su proyecto Recybatt, diseñando lo que será la primera planta de reciclaje de pilas de Latinoamérica con el apoyo de la Universidad de Atacama y suscribiendo nuevas alianzas. Respecto de éstas, nos cuenta que este año logró vincularse a Duracell. “Llegué a tocar las puertas con mucha patudez de mi parte. El empoderarse tiene que ver un poco con eso, con el cómo planteas tu proyecto, se te hace mucho más fácil si es lo que te apasiona… Fui muy bien recibida, ya que no hay otra opción y en el marco de la Ley de Responsabilidad Extendida al Producto ellos necesitan una solución”, agrega.
Gran parte del éxito para posicionarse como referente en la gestión medio ambiental tiene que ver con lo que según Daniela, significa empoderarse; el creer firmemente en su proyecto y sus capacidades. Un empoderamiento que tiempo atrás no tenía y que fue logrando poco a poco en este camino de emprendimiento. Comenta que en ello fue clave su participación en Incuba Mujer de Chrysalis y Cowork Atacama, así como el estar en círculos de mujeres que se apoyan unas a otras.
Ese es otro importante logro para Daniela, incluso más importante que el reconocimiento que ha ido adquiriendo por sus proyectos o el gran orgullo que ve sienten sus padres. Hoy al pensar en todo lo que ha crecido como mujer no puede evitar emocionarse. “Veo una mujer mucho más fuerte, más valiente. Me siento más capaz de todo. Me siento orgullosa de mí misma y no sé si antes hubiera sido capaz de decirlo”, declara.
POR LETRA BRAVA