Creado en mayo 1972 el Jardín Infantil Piolín de Copiapó es el primer establecimiento Junji que abrió sus puertas en la región, espíritu pionero que mantiene hasta hoy de la mano de su misión y visión que tienen como elemento principal la sustentabilidad.Bajo esa identidad nace el proyecto de reciclaje de papel que la comunidad educativa puso en marcha en marzo de este año, integrando a los 64 niños y niñas de sus cuatro niveles en todo el proceso.
Bajo esa identidad nace el proyecto de reciclaje de papel que la comunidad educativa puso en marcha en marzo de este año, integrando a los 64 niños y niñas de sus cuatro niveles en todo el proceso.
“Hace un tiempo teníamos la inquietud de qué hacer con el papel, sabíamos que había una necesidad real de hacer algo para que el papel no se convirtiera en basura. Al interior del jardín comenzamos con uso racional de este y luego participamos en un fondo concursables de Junji en el que nos adjudicamos tres millones de pesos para iniciar el reciclaje”, comentó la directora del establecimiento, Marcela Ávila Araya, sobre el inicio del proyecto.
Creado en mayo 1972 el Jardín Infantil Piolín de Copiapó es el primer establecimiento Junji que abrió sus puertas en la región, espíritu pionero que mantiene hasta hoy de la mano de su misión y visión que tienen como elemento principal la sustentabilidad.
El proceso que está desarrollando el jardín infantil contempla 4 pasos básicos, picar el papel usado, mojarlo, triturarlo en licuadoras y luego colar la pulpa obtenida para crear nuevos productos. Hasta el momento han desarrollado: papel nuevo, esferas para ser usado como carbón y llaveros.
Sobre estos pasos, María Plaza Morales, tía de la Sala Cuna Mayor, señala que se estudió cómo involucrar a los niños y niñas de entre 5 meses a 4 años que asisten al jardín, “Con los más pequeños de las Salas Cunas, por ejemplo, picamos el papel y hacemos algunos cuerpos geométricos como las esferas”. María, además destaca que el trabajo con el papel permite ofrecer a los niños y niñas experiencias en el ámbito sensorial, aspecto lógico-matemático, convivencia y trabajo en grupo.
Al cumplir un semestre de ejecución las evaluaciones del proyecto son positivas, ya que no sólo ha permitido encarnar el sello ambiental del Jardín Infantil, sino que involucrar a las familias, a otras instituciones como SENCE e Inacap que hacen entrega de materia prima al establecimiento y, más importante aún, que los niños y niñas incorporen desde su más tierna infancia conceptos asociados a la protección del medio ambiente.
Respecto a las proyecciones, Marcela señala que quieren socializar la experiencia para que más personas y empresas se sumen al reciclaje. Además, comenta que “buscamos aprender nuevas formas de darle utilidad al papel, llegar a nuevos productos que podamos vender a través del centro de padres y así generar ingresos para el jardín”.
Sin duda, el proyecto de Piolín es una inspiración que invita a toda la comunidad de la región de Atacama a generar iniciativas o apoyar las existentes orientadas a la promover el respeto por el medio ambiente.