Tengo claro que cada cual cría como quiere o como puede, pero también debo suponer que todos los papás desean ver crecer a sus hijos sanos… entonces no me calza cómo desde pequeños, desde guaguas incluso los padres introducen una alimentación poco saludable a sus niños. Es prácticamente normal el consumo, por ejemplo, de bebidas de fantasía, golosinas a destajo, comida chatarra ya en los preescolares. Como sociedad asociamos estos alimentos, especialmente las golosinas, a los niños. Es una práctica habitual, pero no se tiene idea, o simplemente no interesa el flaco favor que estamos haciendo al futuro de nuestros hijos.
No soy nutricionista, ni experta en la materia, tampoco prohíbo a mis hijos de forma tajante el consumo de estos productos, aunque quisiera, es prácticamente imposible. Sin embargo, estimo que el tema es más grave de lo que se cree.
Chile ocupa el primer lugar en obesidad infantil de América Latina. Enfermedades como diabetes o afecciones cardiovasculares se disparan como consecuencia de una mala alimentación, así como los problemas dentales, de visión y en general un desarrollo físico y mental inadecuado…
Es cierto, el ritmo de la vida actual no permite dedicar un tiempo óptimo de alimentación como sí se hacía antes. Pero ahora hay más opciones para buscar información, educarse al respecto y no cometer los mismos errores, como por ejemplo: transmitir a los niños que un helado o un paquete de papas fritas es una forma de curar sus emociones…
Como papás debemos estar más alerta, nosotros decidimos qué, dónde y cuándo comen nuestros hijos. Debemos reducir los alimentos procesados y mientras esperamos más políticas públicas sobre el tema, tener en cuenta que los malos hábitos alimenticios de la niñez pueden acompañar a nuestros hijos por toda la vida…
Por Carla Olivares Vergara
