Este interesante artículo, divido en dos partes, contiene reflexiones sobre la tecnología como motor del desarrollo, la globalización y los desafíos que enfrenta la educación en una sociedad capitalista y con una ciudadanía digital.
¿Cómo nos llegó el futuro tan súbitamente? Para entenderlo podemos revisar algunos datos, hechos y actores claves que, por importantes, complejos e interesantes, habían estado en un aparente confinamiento.
Tim Berner-Lee, creó la World Wide Web (WWW) en 1990, y 10 años después había 300 millones de usuarios de internet; al 2020 había 4570 millones de internautas activos, es decir, el 60% de la población del planeta tierra se conecta a internet.
Para mejorar la conectividad entre otras metas, el desafío satelital propone entregar el 100% del Internet desde el espacio, poniendo en una órbita a 15 kms de altura un enjambre de 650 satélites, entregando una señal de banda ancha y 5G a todos los ciudadanos del mundo, sin importar la ubicación geográfica. Todo esto liderado por la empresa OneWeb, Google, SpaceX y Amazon, otros dueños de internet son Apple, Microsoft y Facebook. Esta meta es para el 2021, pero se ha visto retrasada con la pandemia del Covid-19.
El investigador Pablo Stancanelli, en 2020 nos recuerda que la gran promesa de internet era la libertad, la colaboración y la socialización del conocimiento, pero “mutó al Capitalismo de la Vigilancia o feudalismo tecnológico (según Zuboff, Evgeny Morozov)”.
El feudalismo tecnológico de Evgeny Morozov nos habla y explica cómo los dueños del mundo virtual son grandes gobiernos sin control ciudadano, donde la razón de ser de internet es el beneficio económico, y no la socialización del conocimiento.
Shoshana Zuboff, en 2019, acuñó el concepto de, «La era del capitalismo de la vigilancia», apuntado a como las tecnologías asociadas a internet irrumpen aquellos espacios privados, íntimos y de libertad de cada ciudadano, donde cada evento de conexión a la red genera millones de datos sin importancia o excedentes para el usuario, pero de valor incalculable para la empresa digital y sus ofertas de mercado.
Cabe indicar que Internet se compone de la internet superficial o ClearNet, que es la que la gran masa utiliza y conoce, sitios y servidores (indexados a los servidores DNS) y buscadores directos vía URL, pero el 90% del internet no se encuentra indexado, son webs, contenidos o aplicaciones a las que no se puede acceder libre, fácil o rápidamente ya que son cuentas privada, esta parte se llama DeepWeb.
El 0,1% de la Deep Web son páginas aplicaciones y contenidos, encriptados o enmascarados intencionalmente e imposibles de detectar con buscadores de la ClearNet, este Internet se llama DarkNet, donde el 28% se refiere a mercado negro (drogas, delitos financieros, ciber terrorismo, pedofilia y porno grafía ilegal, armas y violencia) el resto varía entre comunicaciones (chat, mails), sitios personales, criptomonedas, almacenamiento, pornografía infantil, redes sociales etc.
Zuboff, literalmente dice «Google también se benefició de ciertos acontecimientos históricos, como cuando todo un sistema de seguridad nacional, movido a actuar por los atentados del 11S, sintió la necesidad de alimentar, imitar, cobijar y hasta hacer suyas las funciones emergentes del capitalismo de la vigilancia, en aras del conocimiento total y de la certeza que ese conocimiento le prometía otorga», entonces es obvio pensar sobre a qué tipo de sociedad nos puede llevar la conexión controversial entre los gobiernos y las empresas, una entidad política con una misión de bien común con otra de interés económico privado y muchas veces totalitario.
En YouTube DW, el documental «Jeff Bezos y la colección de datos», expone como Bezos (dueño de Amazon), también se adueña de tus datos de voz con su tecnología Alexa que se está expandiendo recientemente; Bezos puede detectar un embarazo antes que la propia madre y define lo que los usuarios deben comprar; el capitalismo de la vigilancia de Amazon o la colección de datos para sistemas BigData, integrando la inteligencia artificial, se está adueñando de los espacios colectivos o democráticos vitales y están moldeando nuestro comportamiento a escala global silenciosamente.
La carrera meteórica de internet que se gestó durante la guerra fría como una opción de cerrar opciones a los enemigos y fortalecer la privacidad de algunos gobiernos en una confrontación en la práctica desarmada, es una señal sólida del avance tecnológico que sigue vertiginosamente a un futuro, donde se reconfigura el esquema social, la convivencia y las relaciones de poder, las brechas socioeconómicas y emocionales, en síntesis, la libertad o la calidad de vida. En esta proyección un tanto difusa y amedrentadora, se justifica la necesidad de entender la transición de la vida tradicional a la vida digital que nos espera a la vuelta de la esquina.
Por Jerován Castro Oporto