- Este interesante artículo, divido en dos partes, contiene reflexiones sobre la tecnología como motor del desarrollo, la globalización y los desafíos que enfrenta la educación en una sociedad capitalista y con una ciudadanía digital.
Bill Gates dijo «Habrá dos tipos de negocios en el siglo XXI, aquellos que estén en internet y los que no existan»…
El capitalismo tecnológico con la hiper conectividad, ya ha mostrado al 2020 prematuros esquemas de transformaciones drásticas en la economía, las relaciones laborales y el trabajo digital. ¿Cómo actuará la robótica, la inteligencia artificial y la cuántica en las próximas décadas? Esta pregunta nos obliga a revisar los elementos disponibles; Carlota Pérez, académica venezolana experta en tecnología y en desarrollo socioeconómico, en 2005 explicó en una línea de tiempo como el cambio tecnológico es el motor del capitalismo:
- 1771, mecanización de la industria o revolución industrial.
- 1829, la era del vapor y los ferrocarriles.
- 1875, el acero, la electricidad y la ingeniería pesada.
- 1908, el petróleo el automóvil y la producción masiva.
- 1971, la informática y las telecomunicaciones
Todos estos paradigmas tecno-económicos siguen la huella del capitalismo para Pérez. En los últimos años entre 1971 y 2020, han aparecido tecnologías con capacidad aún mayores para el impulso económico, la robótica, la inteligencia artificial (IA) y la biotecnología, los nuevos materiales, las energías renovables, la impresión 3D y la explotación del espacio; sobre estos escenarios se va a construir el futuro próximo, sabemos que están en fases incipientes, pero son reales.
La IA y la robótica son las principales amenazan para un trabajador tipo. Un empleado no competirá con una máquina que puede trabajar 24 horas, sin salario, ni seguros médicos ni sindicatos, entre otros parámetros. La producción y/o utilización de algoritmos permiten vigorizar la economía industrial haciendo obsoletas profesiones hoy activas e incluso pueden servir al Estado en cuestiones de seguridad como planteó Zuboff enunciando el atentado a las torres gemelas.
La OCDE informó en 2019 que la automatización impone un alto riesgo a los trabajadores menos asalariados; asimismo el 32% de los actuales trabajos se transformarían radicalmente y un 14% serán automatizados. Un ejemplo de transformaciones es el «la economía colaborativa» donde el trabajador pone las herramientas, como vehículos, celulares, bicicleta, incluso compra o alquila implementación, como es el caso de Uber y Pedidos Ya y otras “app”; así, el empleador se des-responsabiliza incluso negando la relación laboral, para efectos de licencias médicas, accidentes, vacaciones, retiro, etc, lo que se polariza en el caso de los inmigrantes.
Más que un futuro sin empleos la historia nos enseña, sobre la destrucción de empleos y creación de nuevos. El empleo colaborativo ha precarizado el trabajo y si la tecnología será la dominante entonces trabajar menos nos debe llevar a pensar en los nuevos usos del tiempo que se verá ampliado, para el trabajador, por la eficiencia de la robótica o la inteligencia artificial. El Darwinismo económico ha seleccionado negativamente trabajos como, el aguatero, lavandera, sombrerero, tipografía, dactilografía, repartidor de leche, etc.
En 2021 se han vigorizado los desafíos ambientalistas globales formalizados y consensuados internacionalmente, la descarbonización ha establecido metas concretas como en Alemania uno de los grandes responsables en la promoción de los gases de invernadero con su centenario y masiva producción de automóviles (esparcidos por todo el mundo) impulsados por combustibles fósiles. Tesla ha visto una gran oportunidad en el desafío ambiental liderando la tecnología automotriz de alta gama eléctricos y copilotados por IA. China a hecho lo suyo con automóviles mas económicos y muy populares en su territorio.
En esta misma lógica Chile un país con una alta huella de carbono que al explotar sus recursos naturales como el cobre produce cantidades inimaginables de gases de invernadero con su maquinaria pesada. Hoy tanto por la agenda mundial de descarbonización del planeta y las dificultades para acceder a los combustibles fósiles que importa, ha optado por la innovación y se ha convertido en el foco internacional por sus recursos eólicos, hídricos (mareomotriz por ejemplo) y solares para la producción y exportación de “hidrogeno verde”, un combustible que no produce gases de invernadero y que Chile puede producir masivamente, almacenado la energía del viento, del agua y del sol en hidrógeno mediante electrólisis. En este esquema a Alemania está obligado a innovar o sumarse al cambio tecnológico, evolución tecnológica y geopolítica, que la 2021, está en punto de no retorno y que promete frenar el cambio climático global.
La transición del desarrollo social hacia una sociedad digital ultra conectada emplaza las distintas aristas del quehacer humano, empujándolo ineludiblemente, hacia la realidad virtual, este fenómeno se ha agudizado (o acelerado) con la pandemia del Covid-19.
Entonces: ¿Cuáles son los riegos de una sociedad global hiperconectada? ¿Cuáles son los desafíos o tensiones que enfrenta el currículo escolar en esta transición y/o nuevo escenario de vinculación biosicosocial? ¿Cómo se relacionan los hechos del modelo de desarrollo social y económico, el capitalismo tecnológico y la hiper conectividad con la educación en confinamiento?
La reflexión técnica, en este esquema de complejidad o nueva realidad, apunta a la filosofía de Elon Musk dueño de Tesla y EspaceX y otras empresas. Él centra todo su desarrollo en la innovación, incluso cuando ha sido víctima de robo o plagio de sus modelos de actuación o información institucional clasificada, sigue puntero en el mercado mundial ya que la dinámica acelerada de innovación en la evolución creativa de soluciones y adaptación, que Elon imprime en su trabajo para el logro de sus metas no puede ser copiada, ni replicada.
Es llamativo como hay leyes naturales transdisciplinares como la innovación.
En contexto Covid y confinamiento escolar, se ha producido una curva de picks y valles donde los estudiantes transitan entre las clases presenciales protocolizadas sanitariamente y las clases virtuales, esta puerta giratoria se explica por la enconada postura política de evitar la tele-educación, desentendiendo la ecología del virus Covid-19 leyes adaptativas biológicas que no responden a criterios políticos ni modelos capitalistas precisamente, junto a otra series de juicios que bien merecen un artículo aparte.
Otro aspecto que actualmente merece mucha atención en educación en confinamiento o educación virtual, es la intención pedagógica de imponer, muchas veces, los criterios y metodologías de la ex presencialidad a la virtualidad, como si el esquema, conceptual pedagógico y en el imaginario colectivo estuviera anquilosados al modelo de desarrollo de control directo o supervisado físicamente, estructuras de horarios u horas hombre y una pedagogía tendiente al conductismo antiguo.
El conductismo data de 1904 con los trabajos de Ivan Pavlov, seguido por John B.Watson en 1913 hasta Skinner en 1938, si hay resistencia o falta interpretación pedagógica del modelo de desarrollo, bajo las leyes de la informática, la tecnología y la virtualidad, implica estrés y agotamiento mental, como el que están viviendo la comunidades educativas hoy en día. Sobre las brechas de aprendizaje, exhibidas en el marco de la pandemia por Covid-19, estas se han remarcado, profundizado o polarizados, donde los que tienen mas recursos y condiciones para transitar hacia una sociedad, tecnologizada, hiperconectada y virtual, exhiben mayores aprendizajes. Intentar una pedagogía con horarios de clases supervisados y constatados en tiempo real, una evaluación entendida como calificación o notas, y una filosofía pedagógica conductista es justo lo que la virtualidad rechaza, la tele-educación exige un modelo didáctico constructivista con metodología activas, donde el estudiantes es un ente activo de su proceso de aprendizaje, donde el gestiones sus tiempos y sus recursos.
Un modelo educativo razonable para responder al currículum (que se elaboró para la presencialidad aunque se haya priorizado o simplificado últimamente) en circunstancias de confinamiento debe considerar, la anatomía del mundo actual (el momento tecnológico y las circunstancias de cada estudiante), la coyuntura de transición a la vida virtual hiperconectada y a la auto gestión del conocimiento (la innovación pedagógica); en pocas palabras la pedagogía debe transitar al constructivismo pleno, un modelo didáctico que ha venido tomando posicionamiento con Jean Piaget por 1955, reforzado en los años 60 con David Paul Ausubel, Lev Vygotski Jerome Bruner y Joseph Novak.
En el marco de la pedagogía constructivista, una ventaja mal entendida o poco aprovechada (tal vez por la inercia del conductismo) en la práctica pedagógica actual, como respuesta al aprendizaje virtual en confinamiento, es el acompañamiento como estrategia pedagógica de apoyo al estudiante, en este sentido cobra protagonismo un viejo discurso técnico pedagógica llamado evaluación formativa.
El currículum y la propuesta curricular, como instrumento nacional, que establece lo que los estudiantes deben aprender o las competencia o desafíos formativos, a los que tienen derecho, no se estableció considerando las eventualidades o barreras a la implementación, como las que enfrentamos tan duramente en la actualidad, pero por definición la didáctica y la innovación pedagógica, es contenido o propiedad del proyecto educativo institucional, esto significa que cada establecimiento diseña e implementa su modelo educativo didáctico, en respuesta a la evolución de los hechos locales y globales, actuando estos, también como contenidos y como promotores de herramientas de aprendizaje, cada vez que el estudiante debe ser educado para tener oportunidades de consolidación de su proyecto de vida, en el mundo que enfrenta y en la vida que quiere, para él y su sociedad.
Por Jerovan Castro Oporto