Es común escuchar las quejas y lamentos de los pequeños y medianos comerciantes de regiones frente a la arremetida de las grandes cadenas del retail que, prácticamente, han barrido con los emprendimientos locales en cualquier punto de nuestro país.
Por esta misma razón, hablar de una empresa familiar que lleva 57 años dedicada a la venta de géneros y confección de prendas de vestir en una pequeña ciudad como Vallenar es, sin duda, un gran mérito empresarial, digno de aplaudir, más todavía cuando uno se entera que a lo largo de estas casi seis décadas las responsables de tan exitosa gestión han sido dos mujeres: Raquel Villalobos y Wilma Tacchini, madre e hija respectivamente. La primera dio vida a la “Casa Tacchini” y la segunda mantiene en pie aún este emblema del comercio vallenarino en el rubro del vestir y la decoración.
“La Casa Tacchini empezó con mi madre Raquel Villalobos, quien siempre tuvo la inquietud de abrir un negocio, pero no se atrevía porque mi padre que trabajaba en la Sali Hoschild no compartía esa idea; pero, ella insistió haciéndole ver qué pasaría si a él le llegaba a ocurrir alguna desgracia; afortunadamente, mi madre encontró buenas aliadas en unas tías italianas que vivían en Quilpué, quienes la entusiasmaron para que abriera una cordonería. Ella había estudiado modas y cosía muy bien, era una artista vocacional de la costura y sabía muy bien cuál tela era mala y cuál era de calidad”, recuerda su hija Wilma.
Enseguida, precisa que en 1963 se terminó de construir el Cine Municipal y el edificio contiguo que da hacia calle Colchagua quedó en bruto, entonces su madre postuló a dos locales que terminó de alhajar con vidrieras y cortinas para abrir en dicho año la “Casa Tacchini”
Pero, junto con abrir la cordonería, doña Raquel tuvo la visión de introducir la venta de géneros que comenzó a comprar en Viña del Mar. “Cuando abrió, fue una tienda que sobresalió en Vallenar, además que tuvo la suerte que coincidió con el apogeo de la CAP y casi todos los trabajadores mandaban a hacer a nuestro local las cortinas, los delantales de sus hijas y otras prendas. Para eso, mi madre instaló un taller en el segundo piso y contrató a seis trabajadoras”.
Doña Wilma Tacchini se hizo cargo del establecimiento creado por su madre alrededor de los años 1976/1977. Anterior a esta fecha, se desempeñaba como profesora de francés en un colegio vallenarino y también estaba abocada a la crianza de sus pequeños hijos. “En esos años me empezó a gustar la tienda, mi madre nunca permitió que trabajáramos allí para que no abandonáramos nuestros estudios y desde entonces estoy acá”.
Cabe precisar que la señora Raquel Villalobos falleció en 2014, a la edad de 101 años. “Ella trabajó en la tienda, obviamente sentada, pero con su mente lúcida, hasta tres meses antes de fallecer. Se acordaba del nombre de todos los clientes, y toda la gente la quería mucho. Como anécdota, recuerdo la ocasión en que entró un hombre que pescó un montón de pantalones desde las vitrinas y arrancó. Mi madre salió rauda corriendo tras él y le quitó los pantalones, siendo que ya estaba viejita… Finalmente, falleció sana, simplemente se nos fue por la edad. Antes de fallecer, dividió todo lo que tenía entre sus tres hijos. A mí dejó la tienda. Ella siempre se mantuvo impecable, hasta 3 meses antes de morir, iba todos los lunes a la peluquería y a hacerse la manicure, siempre le gustaba andar de punta en blanco”.
¿Cuál ha sido la clave para la subsistencia de Casa Tacchini, a pesar de la presencia de las grandes tiendas nacionales y las casas chinas?
“En gran parte, porque la gente aprecia la calidad y la atención. Me siento privilegiada de contar con colaboradoras muy atentas y la buena atención es imprescindible en un negocio”.
POR SERGIO ZARRICUETA ASTORGA