Comienza la llamada semana de Fiestas Patrias, la que en esta vez tendrá la particularidad que deberemos “fondearnos en casa”, como reza la invitación del Gobierno, ante la imposibilidad sanitaria de concentrarnos en las fondas, ramadas y pampilla, como era la costumbre popular.
Recuerdo que en los años 60 y 70 del siglo pasado, las fiestas patrias comenzaban con el decreto de embanderamiento que emitía la Municipalidad una semana antes del 18 y la obligatoriedad de pintar los frontis de las casas; paralelamente, los niños plagábamos los cielos con coloridos volantines, cometas y cambuchas, mientras que empezaba la moda anual del juego del trompo, el emboque y las bolitas. Los negocios de barrio se llenaban de estos artículos que ponían bien a la vista de los peques para obligar a sus padres a comprarlos.
En tanto, en la manzana 43 comenzaban a levantarse las ramadas que, en esos tiempos, funcionaban desde las tres de la tarde hasta cerca de las 2 de la madrugada. La inauguración era con fuegos artificiales y, mientras los padres recorrían el circuito, los niños y jóvenes se quedaban jugando al taca taca o en el carrusel que instalaban a un costado. O sea, la fiesta y la entretención era para los grandes y chicos, ni hablar que también era habitual la presencia de algún circo, como el Tony Caluga, las Aguilas Humanas o el Hataydec de México.
Mientras tanto, en las escuelas y liceos se hacían los últimos preparativos de la presentación que tendrían el día 17 en el Estadio Municipal, porque el 18 correspondía la presentación de las fuerzas del antiguo Regimiento Motorizado de Copiapó que después -en la década del setenta-fue trasladado a Calama. Así es, yo no sé si actualmente, los colegios ensayan los desfiles, pero antes se hacía concienzudamente, por lo menos, durante una semana. Al mismo tiempo, empezaban los preparativos de las bandas de guerra de cada establecimiento. Al respecto, cómo no recordar la banda de guerra e instrumental “Ernesto Riquelme” de la Escuela de Hombres N° 1, donde emergía la figura del instructor José “Pepe” Chong Ardiles. La Escuela Superior de Niñas N° 5 tampoco desentonaba con su banda femenina que sacaba aplausos por su gallardía, uniformidad y desplante de sus integrantes.
El mismo día 18, la celebración comenzaba temprano con el lanzamiento de los 21 cañonazos desde algún punto del altiplano norte. Ese día, las familias acudían al desfile todos “chuteados”, es decir, luciendo su pinta dieciochera, ya que era costumbre y tradición familiar “andar chute” (término minero) en estas festividades. Aprovechando la pinta, no faltaban las fotografías para los niños y familia con el fotógrafo del caballito de la plaza o en los estudios del afamado fotógrafo Camilo Pérez, ubicados en la calle Aconcagua, entre Prat y Ramírez.
Así recuerdo, a grandes rasgos, cómo era la semana de fiestas patrias que concluía el día 19 con pampillas en diversos puntos de la provincia, siendo las más famosas la de Huasco Bajo y la de la Hacienda Compañía, hasta donde llegaban de alguna manera centenares de familias vallenarinas a disfrutar de la naturaleza en el marco de la conmemoración de las fiestas dieciocheras.
Lamentablemente, en estas Fiestas Patrias, sólo tendremos la oportunidad de recordarlas y dejarlas para una futura oportunidad, porque así lo quiso el Corona-Virus… tiquitiquití….