Como todos los años, celebramos en este mes de octubre el Día Mundial de la Salud Mental. Una vez más nos pedirán que escribamos, hablemos, celebremos un acontecimiento como éste, que busca representar, como lo plantea la Organización Mundial de la Salud, “un compromiso global para crear conciencia sobre los problemas de salud mental en todo el mundo y movilizar esfuerzos en apoyo de la salud mental” (OMS, 2021).
Parecería un mensaje inspirador, sin embargo, en sí mismo, denuncia una necesidad y una problemática que, lejos de aliviar, genera mayor ansiedad e incertidumbre para quienes requieren apoyo en Salud Mental. No sé si recuerdan una vieja película: “El día de la Marmota”. Si no la conocen, es probable que hayan visto algunas otras cuya trama es similar. El argumento presenta al protagonista envuelto en un bucle en que, una y otra vez, se repite el mismo día. Al principio esto le genera una alta ansiedad y una gran incertidumbre. Este malestar le provoca la necesidad urgente de salir de esa condición, buscando ayuda en otras personas para confirmar su situación y comenzando a pensar que está sufriendo de algún tipo de trastorno mental.
Luego de ello, viene la revelación: una vez que se hace conocedor de los eventos que ocurrirán, los logra anticipar. Pareciera que con ello ha resuelto el malestar, y, se siente capaz de recuperar su sensación de control de la situación. Aun así, no sale del bucle en que se encuentra.
Si les suena conocido, es porque, habitualmente, dedicamos tiempo a la concientización y a darnos cuenta de la condición de salud mental en que nos encontramos, unos más, unos menos.
Si bien es cierto, la concientización todavía es necesaria, también es urgente poder contar con programas, servicios y espacios que permitan sostener la demanda que la Salud Mental presenta hoy. Mientras eso sucede ¿qué podemos hacer? Al comienzo de esta columna encontramos la respuesta: movilizar nuestros esfuerzos en apoyo a mejorar la Salud Mental.
Para salir del bucle será importante reconocer dónde están nuestras fortalezas, tanto dentro como fuera de nuestras propias vidas; qué nos llena de energías y revitaliza; qué tipo de vida queremos vivir, y, sobretodo; intentar ser una mejor versión de nosotros mismos cada día.
Aunque no quiero hacer un spoiler de la película, es necesario decir que el final es esperanzador para quien se arriesga a salir del bucle y encontrar su equilibrio personal.
Por Marco Cofré, Director de la carrera de Psicología de la U.Central Región de Coquimbo