Si alguno desconoce el significado del refrán que encabeza este comentario, “cuando el río sueña, es porque piedras trae”, déjeme explicarle de qué se trata. La frase dice relación a que cuando una serie de hechos van denotando cierta situación, es bastante probable que esta situación particular, efectivamente pueda estar ocurriendo. Claro, todo como suposición…
“Cuando el río sueña, es porque piedras trae”, podríamos aplicarlo por ejemplo, a las denuncias de discriminación de género y acoso laboral que se estarían viviendo en la seremi de Desarrollo Social de Atacama, y que apuntan al seremi Raúl Martínez, con supuestos malos tratos, gritos al personal, despidos injustificados, y frases para el bronce como “usted no me sirve, váyase a ver teleseries”.
Incluso, las denuncias de la Asociación de Funcionarios de la cartera, llegaron a la diputada Daniella Cicardini, quien indicó que “acá ya no estamos hablando solo de despidos masivos e injustificados… acá estamos hablando derechamente de actitudes discriminatorias y condenables dirigidas particularmente a mujeres”. Las denuncias existen y ya son públicas, pero aún no habría sumarios ni tampoco se conoce de algún cambio en la cabeza de la Seremía. Además, Martínez tampoco se ha defendido ni ha respondido por esta situación.
“Cuando el río sueña, es porque piedras trae”, también podríamos aplicarlo a la extraña situación que tiene como protagonista al río Copiapó. Resulta que ante la repentina baja en su caudal, – y la gran inquietud en la comunidad -, la Junta de Vigilancia del Río Copiapó (JVRC) salió al paso explicando que la baja del recurso se debería a factores como: mala infraestructura del embalse Lautaro, el comienzo de la temporada de riego (parronales/uva de exportación), y la falta de lluvias. Hasta aquí parecía todo comprensible y justificable hasta cierto punto. Pero, desde agrupaciones ambientalistas, concejales y la propia comunidad, surgió la duda por la correcta administración del agua, sugiriendo incluso, un eventual «secuestro del río».
Esto nos lleva a la pregunta ¿puede estar el manejo y utilización del recurso hídrico bajo privados? A saber, el Estado entregó tal cantidad de derechos de agua, que la cuenca del río no es capaz de soportar; según Luis Acuña, dirigente del Colectivo en Defensa del Medioambiente de Atacama, en la cuenca copiapina entrarían 3.800 litros por segundo (l/s), pero mientras hoy se ocupan 6.700 l/s, se han otorgado más de 25.000 l/s, sobre-entregando derechos de agua. En Atacama el agua y su administración, está en manos de privados, quienes en ciertos casos connotados, hasta se hicieron fortunas con su venta (Chile es el país con la mayor privatización de agua del mundo). Entonces actualmente ¿cómo se reparte el consumo el agua del valle de Copiapó? Según datos emanados el 2017 desde el Consejo Hídrico de Atacama, el consumo de la cuenca sería del 70% por parte de la agricultura, 20% por parte de la minería y el consumo residencial, comercial y de servicios llegaría al 10% restante.
Llegará en algún momento alguien que de verdad ¿le ponga el cascabel al gato? Ningún Gobierno de turno, ni ninguna autoridad ha dado una solución real y efectiva a esta problemática. ¿Habrá que seguir esperando hasta quedarnos nuevamente sin río y sin agua en las napas? ¿serán las desaladoras la única alternativa o acaso financiar un nuevo embalse o simplemente, dar un reparto justo a un recurso libre y de todos chilenos? A esperar no más… Arrivederci
Por Elmirón