Después de bastante tiempo volvemos a encontrarnos. Y no llegamos en una circunstancia cualquiera, sino que en medio de una pandemia mundial y tras un estallido social ampliamente justificado. Pero vamos al grano, porque hoy nos enfrentamos casi como meros espectadores al manejo total de la información por parte del gobierno y de los medios de comunicación. Entonces, la pregunta que debiéramos hacernos es ¿estamos ante una censura o una sobre-información?
De forma muy resumida, en el libro 1984, de Orwell, el poder (clase dominante, Estados, etc.) controla a la población a través del dolor y el miedo, cayendo en la censura en la información. En caso contrario, en la obra Un Mundo Feliz, de Huxley, el poder controla a la gente a través del placer, con un premeditado exceso de información (de forma que lo verdaderamente importante ha cobrado irrelevancia). ¿En qué situación estamos hoy en Chile?
Por un lado pareciera que los medios de comunicación – incluyendo a los regionales – no tuvieran nada más que informar que del coronavirus; páginas y páginas, textos, fotos y publicidades nos invaden día a día con datos y cifras del covid-19, situación que por añadidura termina enfermándonos mentalmente (bajando el sistema autoinmune) y haciéndonos vivir con angustia y miedo. Por otro lado, y producto de rebuscadas estrategias de comunicación, desde el gobierno – fuente oficial en este contexto de pandemia – pareciera que no se entregara toda la información que se posee, llegando incluso a defender el “secreto” de Estado, haciendo dudar sobre la transparencia en las formas de obtención y difusión de estos datos (no se informa sobre ventiladores mecánicos, se desconoce el real desfase en la entrega de cifras diarias, se cuentan muertos como recuperados, se desmienten entre entidades, etc.).
Para colmo, y después de haber gastado varios cientos de millones de pesos en una campaña para decirnos #quedateencasa, ahora desde el gobierno el mensaje es otro diametralmente distinto #regresoalanormalidad. Ello, ad portas del peak de la pandemia en el país, y con un sistema de salud que siempre ha denunciado carencias, por mucho que los trabajadores del rubro se jueguen la vida para ayudar a los compatriotas. Pero no solo es el área de salud, desde el gobierno ahora también quieren hacer volver a los alumnos a las escuelas, funcionarios a los servicios y por supuesto, echar andar el comercio, para reactivar la economía (con un poco de agudeza se entiende el cálculo: con los niños en la escuela, los padres no tienen excusa para no volver a trabajar), pero quién asegura que estas “convenientes” y apresuradas decisiones no terminen en un escenario peor ¿con más enfermos y muertos? Nadie, pues a nivel local se trata de «empatar» a países desarrollados, que van en diferentes FASES a la nuestra, y ni siquiera se toma la opinión de los expertos convocados a nivel país.
Ya para terminar, no está demás tomar en consideración lo que la investigadora Naomi Klein (La Doctrina del Shock), nos ha revelado como el «capitalismo del desastre»: es decir, cuando este sistema – o quienes lo manejan – se valen de catástrofes naturales, sociales o políticas para implantar sus visiones más extremas. La mayoría de las veces no se ha necesitado inventar tales situaciones, pero sí se han utilizado a favor. En medio de la crisis sanitaria, con una ciudadanía en shock y una patética “Oposición” política, desarmada y sin liderazgo (tal y como para el Estallido Social), se presenta el escenario ideal para implementar medidas que en otras circunstancias no serían aceptadas por la población (por ejemplo, aquellas que han dejado a trabajadores sin empleo ni sueldos). Primero, dichas medidas se presentan como propias de la emergencia, pero luego se van instalando hasta quedar como normas.
Como diría chespirito ¿Ahora quién podrá defendernos? ARRIVEDERCI.
Por Elmirón