Hace poco se conmemoró el “Día Internacional de la Prevención del Suicidio”. Comencé a leer sobre el tema y me sorprendió cómo los niños y jóvenes chilenos están en los grupos etarios que han ido incrementando conductas suicidas.
Pero ¿qué los llevaría a pensar o intentar quitarse la vida?
Según estudios, los factores pueden ser múltiples. Desde problemas de salud mental; abuso de alcohol y drogas; malas experiencias de vida, hasta condiciones sociales o familiares.
En este último punto me quiero detener. Cuando hablamos de niños con problemas familiares, probablemente pensamos en abusos, violencia, pobreza, etc. Sin embargo, hay un fenómeno que afecta a las nuevas generaciones que creo debemos tomar en cuenta. Se trata de niños excesivamente “sobre-estimulados”,” sobre-regalados” de objetos materiales, pero “pobres de alma”, “niños vacíos”.
La falta de tiempo de calidad que los papás dedican a sus hijos, la “inmediatez” con que la sociedad pretende vivir actualmente y el traspaso de “trancas” psicológicas de los adultos están dañando profundamente la niñez.
Les damos de todo cuanto podemos: juguetes, tecnología, ropa, lo que se les acurra, pero les negamos tantas otras cosas importantes. Por ejemplo, estar emocionalmente disponibles, darles una nutrición adecuada, permitirles espacios para el aburrimiento y jugar al aire libre. Los expertos recomiendan definirles límites, enseñarles valores como el respeto hacia todo su entorno. Y tantos otros “regalos” de vida que los hará, sin duda, niños más felices; con estos estímulos nos evitaríamos tantos problemas. Los “niños vacíos” tienen poco entusiasmo e interés, no toleran la frustración, no saben esperar. Estemos atentos a estas carencias, tal vez aún tengamos tiempo de revertirlas.
Por Carla Olivares Vergara
Periodista