Punto de vista

Rechazo a postnatal de emergencia: ¿quién paga los costos?

Las consecuencias del Covid-19 siguen golpeando fuertemente a las mujeres. La semana pasada, el Senado declaró inadmisible un proyecto de ley para extender el postnatal parental mientras dure la emergencia sanitaria, porque significaría un aumento del gasto fiscal; materia que es potestad sólo del Gobierno de turno. Mientras los poderes Ejecutivo y Legislativo siguen discutiendo, miles de madres han debido volver a trabajar sin que sus hijos -de apenas 5 meses y medio de vida- cuenten con un cuidado adecuado y seguro, al no estar funcionando, salas cunas, jardines infantiles, ni poder contar con el apoyo de familiares, por el contexto de emergencia sanitaria. Al Gobierno le preocupan los altos costos de esta iniciativa, pero las consecuencias de no hacer nada podrían ser aún más costosas.

Esto da cuenta que, nuevamente, nuestras autoridades están desconectadas de la realidad del país y de las mujeres. En el caso de la madres que tienen que trabajar de manera presencial, ¿con quién dejarán a sus hijos? La búsqueda desesperada de soluciones podría traer implicancias no deseadas, como, por ejemplo, incentivar a quebrar la cuarentena en busca de otros cuidadores o dejar a los bebés al cuidado de sus hermanos menores de edad. Este escenario se vuelve aún más crítico en los hogares monoparentales donde la mujer es la jefa de hogar, que no cuentan con otros adultos disponibles para asumir el cuidado. A esto se suma la potencialidad de contagio: ¿qué pasa con esos niños si la mamá se enferma?

En el caso de las madres que pueden trabajar a distancia, ¿es posible realizar teletrabajo con el nivel de atención y cuidado que requiere una guagua de 5 meses? Y si esto fuera factible, ¿quién pagará los costos? Probablemente, significará un alto costo para la salud mental de estas mujeres y sus hijos, por los altos niveles de estrés a los que estará sometida la madre, quien además de cumplir con su trabajo remunerado, deberá continuar cumpliendo con los diversos roles sin ningún tipo de apoyo externo por el contexto de cuarentena: cuidado de sus hijos y labores domésticas.

Sin dudas, en ambos casos, se traducirá en un costo incalculable para las guaguas, que quedarán sin la adecuada estimulación y cuidado en un periodo vital para su neurodesarrollo; cuyos efectos negativos  se mantendrán en el largo plazo, a un costo aún mayor para el Estado en el futuro. Incluso, desde un punto de vista netamente económico, los estudios demuestran que los apoyos brindados en los primeros años de vida son los más rentables, porque es ahí cuando se asientan las bases para todo desarrollo posterior.

El Ejecutivo también ha calificado esta medida como «regresiva», argumentando que este proyecto beneficiaría a muy pocas mujeres de un contexto privilegiado, que no requerirían tanta ayuda. Pero, ¿es cierto que el postnatal beneficia principalmente a mujeres de estratos socioeconómicos altos? Según datos de un estudio de la Suceso, esto no es tan así: más del 50% de las mujeres que hacen uso del postnatal tienen remuneraciones imponibles menores a 400 mil pesos mensuales y sólo un 2% tiene ingresos mayores al tope imponible mensual que fija la ley. Además, si es la regresividad lo que al oficialismo le preocupa, se podría -incluso- acordar bajar el tope de ingreso imponible durante estos meses, de manera excepcional.

Respecto al alcance de este proyecto, el «bajo» número de mujeres beneficiadas (más de 100 mil mujeres y sus hijos al año acceden a postnatal), tiene que ver con un problema de fondo de nuestra sociedad, no con el postnatal per se: está relacionada a la precariedad del trabajo femenino en Chile, a la brecha de género en el mercado laboral y a la visión cortoplacista de este argumento. Según los últimos datos, las mujeres estamos perdiendo todo lo ganado en las últimas décadas: ha bajado la participación laboral y ha aumentado el desempleo de las mujeres desde el inicio de la pandemia. Se prevé que el impacto económico de la crisis sanitaria golpee mucho más fuerte a las mujeres que otros tipos de crisis, debilitando aún más sus frágiles posiciones. En este sentido, el postnatal de emergencia podría ser un aporte para disminuir la precarización e informalidad laboral de las mujeres que se encuentran hoy activas laboralmente y, paralelamente, amortiguar la exponencialmente creciente brecha de género.

Por ende, es urgente que el poder Ejecutivo patrocine esta iniciativa y que se apruebe el posnatal de emergencia. Las mujeres -y sus hijos- no pueden seguir pagando la mayoría de los costos de esta crisis sanitaria, económica y social. Por supuesto, paralelamente el Gobierno debería proponer alternativas para las mujeres que no tienen acceso a postnatal. De no hacerlo, una generación completa de madres y niños podría estar hipotecando su futuro.

Por Colectivo mujeres en políticas públicas

Carola Salas, Magíster en Políticas Públicas, Universidad de Chicago
Consuelo Laso, Magíster Políticas Públicas, LSE
Isabel Valdés, Doctora en Sociología, Universidad de Hamburgo
Daniela Díaz B., Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica
Carolina Velasco H., Magíster en Trabajo Social, Boston College
Claudine Litvak, Doctora en Políticas Sociales, Universidad de Bristol
Silvana Lorenzini, Magíster en Políticas Sociales y Desarrollo, LSE
Valentina Garrido, Magíster en Trabajo Social, Universidad de Michigan
Catalina Ortúzar, Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica