- Grandes minerales, botines piratas y baúles con oro yacen escondidos en nuestra región.
Atacama es una región minera. Esta condición se ha cimentado en siglos de trabajo y en base al esfuerzo de hombres y mujeres ligados a la tierra. No obstante, la tradición también ha creado un imaginario rodeado de mitologías y sueños en torno a fabulosas vetas y tesoros.
Muchos han soñado con encontrar un grandioso derrotero o tal vez, con dar el golpe de suerte al hallar un botín que los haga millonarios ¿cuántas de estas leyendas tienen sustento? ¿hay evidencias de tesoros ocultos en Atacama? Quisimos indagar en estas interrogantes, descubriendo maravillosas historias de minas escondidas y fantásticos tesoros sepultados en suelo regional.
CHAÑARAL
Sin duda, uno de los historiadores que más relevó las leyendas mineras en nuestra región fue Gastón Serazzi Ahumada. En su libro Chañaral Legendario y Misterioso, el escritor dio a conocer este maravilloso mundo.
Centrado en la provincia de Chañaral, Serazzi se refirió a la leyenda de la “Mina Escondida del Chango Yapura”. Se dice que en la Quebrada de Peralillo, durante la época de la República, dos españoles prófugos de las fuerzas patriotas buscaron como vía de escape el Desierto de Atacama, y refugiándose en dicha Quebrada, encontraron un filón de oro puro, aunque no pudieron detenerse.
En la misma Quebrada, – señalaba Serazzi -, vivía el Chango Yapura con su familia. Sus bienes lo constituían una majada, sus corrales y un rancho. Sin embargo, montado en una mula el Chango bajaba a Chañaral a vender sus productos, llevando consigo grandes trozos de cuarzo claveteado en oro. Todos querían saber de dónde sacaba esta mineral, pero el Chango jamás compartió el secreto con nadie.
Otra historia rescatada en el libro Chañaral Legendario y Misterioso, es la del “Tesoro Escondido en la Piedra del Minero”. Tras el fin de la Revolución de 1859, llegaron las malas noticias hasta Chañaral. Allí un partidario disidente se sintió perseguido por sus adversarios políticos y decidió huir junto a su familia. Escapó cabalgando con sus dos hijas y con alforjas con monedas de oro. No obstante fueron interceptados en el sector de la Piedra del Minero por dos bandidos, quienes los asesinaron. Al tratar de huir, los maleantes vieron a los guardias de policías, y decidieron esconder el botín cerca de este lugar, a una distancia de cinco codos mirando hacia el oriente. Durante mucho tiempo se han buscado estas monedas en el sector, prueba de ello, es que la tierra ha quedado con evidencias de excavaciones.
Una última historia recogida de esta provincia, responde a una investigación del astrónomo danés Holger Pedersen, (dada conocer por Revista Atacama Viva y reconocida con el premio Nacional de Periodismo Minero, EXPOMIN 2014), cuya trama nos habla de la existencia de un fantástico mineral encontrado por el legendario Chango Aracena, al interior de Diego de Almagro.
El libro del investigador, cuya versión inglesa original se traduce como “Hoja de ruta del tesoro de la India: El meteorito chileno en Vaca Muerta y una anticipada confusión de plata”, concluye que lo encontrado por el Chango Aracena, no fue una fabulosa veta sino más bien, un meteorito caído desde el espacio, cuyos componentes, hicieron creer a un modesto minero que había hallado un increíble mineral de plata. Los restos del “tesoro espacial” aún reposan en el desierto, en el sector conocido como Vaca Muerta.
ORO Y PLATA
No cabe duda que grandes yacimientos como Chañarcillo, fueron la base de la economía regional y nacional en sus épocas de apogeo. Por cierto, su descubrimiento también puede leerse como una leyenda.
Se dice que Juan Godoy tras perseguir a una manada de Guanacos, se sentó a reposar bajo la sombra de un árbol, donde extrajo una roca de extraño peso desde una cueva, resultando ser un peñasco de plata pura. Otra versión más asombrosa nos habla que mientras descansaba, se le acercó un prodigioso zorro rojo, – custodio del mineral -, al cual Godoy alejó lanzándole un peñasco, que resultó ser de plata. Por último, una de las versiones más aceptadas sobre el descubrimiento, nos dice que la madre de Juan Godoy, Flora Normilla, sabía la ubicación de este rico mineral, y antes de morir le contó a su hijo.
Siguiendo esta línea, en el sector de Copiapó encontramos otra atractiva leyenda relacionada con una veta escondida. Gracias al libro Leyendas de Atacama, de la escritora Gioconda Castillo Villalón, conocemos el mito del “Cerrito Bramador”. Dicho cerro se encuentra en las cercanías de Copiapó y es conocido a causa de cierto ruido muy particular, semejante al bramido de un gran animal, que se percibe cada vez que alguien sube o se desliza por sus arenas. Mucho se ha hablado de este ruido y se han tejido diversas teorías; una de ellas indica que es el zumbido de una enorme riqueza, pero aquel que la busque está condenado al fracaso. A raíz de esto, muchos mineros han tratado de encontrar la veta, en el mismo cerro y también en los cerros circundantes.
Según el libro, la historia se remonta cuando Atahualpa estaba prisionero de los españoles. Entonces, los Incas reunieron oro para rescatar a su soberano. Para ello extraían oro del Valle de Copayapu, especialmente, del Cerro Bramador. Cuando los incas supieron de la muerte de Atahualpa, borraron todo vestigio de los innumerables yacimientos, entre ellos del Cerro, cambiando incluso la geografía del sector. Muchos han intentado buscar el tesoro, pero nadie lo ha encontrado.
La escritora Gioconda Castillo también nos da a conocer la “Leyenda de Piedra Colgada”. Esta localidad cercana al Copiapó urbano, debe su nombre a una enorme roca colocada de forma natural en el costado de un cerro, dando la impresión de estar colgada hacia el vacío. Si bien parece que la piedra cayera hacia la carretera, – con dirección de Copiapó a Caldera -, esto no podría suceder pues la roca sería como gran iceberg, con su base enterrada y sobresaliendo solo la punta.
Cuenta la leyenda que por sus alrededores existiría un gran tesoro del tiempo de la Colonia, enterrado por los corsarios y piratas que asolaban las nacientes ciudades de las costas chilenas, tomando como señal o punto de referencia, esta extraña piedra. Muchos son los que han intentado encontrar el tesoro, pero el mito dice que el tesoro está maldito, y todo aquel que intente encontrarlo, sufrirá grandes tragedias. Esto cobró dramática realidad en 1978, cuando un grave accidente costó la vida de siete personas que participaron de un violento choque automovilístico. Se dijo que estas personas iban en busca del Tesoro de Piedra colgada.
TESOROS COSTEROS
La extensa costa nacional ha dado pie para innumerables mitos y leyendas relacionadas con barcos fantasmas y tesoros piratas. Sin embargo, solo estos últimos mantienen registros que validan su existencia.
Fue la constante llegada de corsarios a las costas chilenas durante los siglos XVI y XVII, la que provocó que con el tiempo surgieran mitos sobre tesoros escondidos por parte de estos bucaneros.
Atacama guarda en sus anales la visita de corsarios, y uno en especial, quien durante seis días permaneció escondido en Bahía Inglesa, instalando una pequeña pero sugerente inquietud respecto a un posible botín escondido. Gracias a una investigación de Vidal Naveas Droguett, quedó de manifiesto la posibilidad de que este sector costero guarde un tesoro oculto y enterrado por el pirata inglés Edward Davis.
Un poco más al norte, en la provincia de Chañaral, encontramos otra leyenda pirata. Se trata del “Tesoro Pirata de La Puntilla”. De acuerdo al citado libro Chañaral Legendario y Misterioso, ocurrió que, transcurriendo el siglo XV, corsarios y piratas que recorrían las costas chilenas eran perseguidos por navíos españoles. Ante la avería de una de sus barcos, debieron parar en el sector de la Rinconada de la Puntilla, donde echaron ancla y sepultaron un botín en los arenales al final de la hermosa bahía. Años después se realizaron excavaciones pero nadie dio con el tesoro, sin embargo, se encontraron pistolas de piratas que dieron marcha a la leyenda.
En esta misma obra, también hallamos la leyenda del “Tesoro de Los Médanos”, situado al sur de Chañaral, en los arenales conocidos como Los Médanos. Desde tiempos antiguos este sector fue habitado por culturas prehispánicas. Se cree que en tiempos de la dominación Inca, que llegó hasta las costas chañaralinas (prueba de esto son las ruinas incásicas de Caleta Obispo), fue sepultado un tesoro en este lugar. Se cuenta que por muchos años y generaciones, la familia Mercado de Chañaral buscó incansablemente este tesoro, sin embargo, nunca lo encontró.
En otra vereda, la escritora Gioconda Castillo, también nos entrega una historia de tesoros costeros perdidos. Por el camino de la costa, entre Huasco y Caleta de la Peña Blanca, encontramos la Cuesta de la Arena. Según los lugareños, ciertas noches se vería aquella cuesta ardiendo, sin embargo al otro día no se encontraría ningún rastro. Se dice que en este lugar habría un tesoro escondido dejado por los españoles desde el Descubrimiento de Chile. De regreso de la expedición desde el Perú, un grupo de soldados fatigados, sin animales de carga, ni nativos a su mando, decidieron esconder siete cargas de oro para poder proseguir con el viaje. Para ello, escondieron el botín en este lugar estratégico, aunque nunca volvieron por él. Así nació la leyenda del “Tesoro del Yatagán”.
Finalmente, incluso descartando posibles tesoros piratas enterrados en las costas regionales, queda todavía una última esperanza para los aventureros. Según el historiador Alejandro Aracena, es posible que decenas de barcos antiguos estén sumergidos en costas atacameñas – como el Blanco Encalada, cuyos restos se encuentran en medio de la bahía de Caldera – todos ellos enterrados con sus tesoros. “Hay investigadores que han llegado confiados a la región buscando estos navíos olvidados”, concluyó.
Por Carlos Zepeda González.