Lorena entra con paso firme a la cafetería, escuchando música con unos audífonos conectados a su celular. Me reconoce y con entusiasmo se acerca para saludarme e iniciar nuestra conversación.
Me cuenta que sus tiempos se dividen entre las gestiones como presidenta de la organización Libertad Trans en Atacama, los quehaceres de la casa, el cuidado de su padre, la lectura del tarot y otros trabajos esporádicos.
Con amabilidad hizo un espacio en su agenda para reunirse con Letra Brava y, a través de su experiencia, ayudarnos a configurar la realidad que viven a diario las personas trans en Atacama; conocer su visión ante la visibilización de la identidad transgénero en Chile tras el éxito de la cinta “Una mujer fantástica”; y sobre la discusión en el Congreso y en la opinión pública respecto al proyecto de Ley de Identidad de Género.
Identidad
Lorena recuerda sentirse mujer desde que tiene conciencia. Si bien por muchos años vivió bajo la identidad masculina con la que fue reconocida por su entorno al nacer, siempre actúo como la mujer que sentía ser.
¿Cómo fue para tu entorno familiar entender y respetar tu identidad?
Siempre me sentí más cómoda compartiendo con mujeres, tenía puntos en común, juegos y conversaciones. Admiraba a mi hermana que era adolescente cuando yo tenía como 5 años.
Afortunadamente mi transición no fue un proceso tan traumático para mi familia, se fue dando solo. Aunque por muchos años viví con la identidad de hombre, en mi casa era aceptada con mis gustos e intereses propios de mujer.
La resistencia estuvo por parte de mi papá que era muy machista, de hecho, no le gustaba la idea de tener hijas. Primero nació mi hermana y él ya no quería más hijos. Al final tuvo 10, entre ellos yo… A veces pienso que mi identidad fue un castigo para él.
Aunque fue difícil para su padre aceptarla, es justamente ella quien en la actualidad lo cuida, lo lleva al médico y lo acompaña en el día a día.
¿Cómo fueron tus años de estudio?
En enseñanza básica ya comencé a sufrir bullying, fue ahí que comprendí que algo estaba pasando. Pero traté de llevar mi vida normal, sin hacer mucho caso a lo que me decían. Sin embargo, de una u otra forma vivir la discriminación va marcando.
Nunca dejé que me hicieran daño, pero llegó un momento ya en enseñanza media, en que decidí dejar de estudiar para dejar atrás el bullying. Fue entonces que, con 17 años, llegué al transformismo y por primera vez usé mi nombre: Lorena.
¿Este es el punto de inflexión en el reconocimiento de tu identidad de género?
Sí, en la adolescencia dije ya no más. Recuerdo que en esa época algunos familiares me tiraban indirectas, me preguntaban por pololas, cuándo iba a tener hijos, etc. Eso hasta que un día mi mamá, que ya me reconocía como hija, intervino y les dijo que en primer lugar mi nombre era Lorena.
En ese período ya había entrado al mundo del transformismo y comencé de a poco a cambiar, a llevar mi identidad femenina al exterior, a mi apariencia física. Me dejé crecer el pelo, me arreglé las cejas y así fue surgiendo mi verdadero yo, porque antes todo era muy sutil.
Luego a los 22 años comencé a exigir que todos me llamaran Lorena, en general mi familia lo aceptó y quien no lo hacía yo no lo pescaba.
Como en el colegio aprendí a ser más fuerte pude sobrellevar ese proceso en que dejaba el transformismo para ser la mujer que siempre sentí ser.
¿Cómo llegas a liderar a las mujeres y hombres trans de Atacama?
Justamente a los 22 años, integré una organización regional de trans, pero fue puro lucro, una estafa. Hacíamos eventos para reunir dinero, pero la encargada se quedó con todo. Esa agrupación se disolvió luego.
Posterior a ello participé en otras agrupaciones, pero junto a mis amigas no nos sentíamos representadas. Necesitábamos que alguien hablara por los hombres y mujeres trans con las autoridades.
Lorena se considera una mujer inquieta y “peleadora”, siempre ha exigido respeto en su entorno. Esas características la llevaron a buscar información y a luchar por una mejor calidad de vida para ella y para las mujeres y hombres trans que fue conociendo en el camino. Fue así que el 29 de junio de 2017 ella y 30 personas más crearon la organización Libertad Trans Atacama.
En menos de un año la agrupación ha logrado reconocimiento entre las organizaciones de la sociedad civil y entre las autoridades. Sin ir más lejos, fue reconocida en la conmemoración oficial del Día de la Mujer este 2018, por Sernameg.
Discriminación
¿Cuáles son las principales problemáticas a las que se enfrentan hoy las personas trans en Atacama?
En general las personas trans de Atacama viven en la precariedad. Al final el trabajo sexual es el camino más fácil para salir adelante cuando te quedas sin apoyo familiar. Amigas han intentado buscar pega en otros lugares, pero como una llega con una apariencia diferente a la que indica la documentación se van cerrando puertas.
La organización está en una red nacional y hay casos de mujeres trans que tienen trabajos en municipios. Pero cuesta mucho.
Por eso insto a las compañeras a hacer cursos, por ejemplo, yo quiero certificarme como monitora en prevención de VIH y presentar proyectos para hacer charlas en poblaciones y tomas; porque falta información y educación.
Falta también sacar a muchas personas de la ignorancia, ya que no saben la diferencia entre lo que es ser travesti, transformista, transexual, gay y transgénero. El desconocimiento muchas veces es la base de la discriminación.
Por esta dificultad para lograr otras fuentes de ingreso, uno de mis anhelos como dirigente es tener una sede donde hacer cursos, talleres y ofrecer herramientas para que las socias y socios de la agrupación puedan generar ingresos.
¿La película “Una Mujer Fantástica” refleja la realidad que ustedes viven en Atacama?
Sí, hay muchas de nuestras problemáticas abordadas. Por ejemplo, a mi me han pegado y han tratado de abusarme en la etapa adulta. En mi infancia nunca viví una experiencia de este tipo.
Y en actividades más cotidianas se nos humilla, se nos pasa a llevar. Por ejemplo, en el consultorio veo que a muchas compañeras las llaman y les hablan por su nombre de carnet, les faltan el respeto. Yo que soy más peleadora he exigido que me traten por mi nombre y apellido – Lorena Herrera – es mi derecho. Con Carabineros pasa lo mismo, ellos son muy irrespetuosos con nosotras, nos tratan de locas.
Otro ejemplo, tiene que ver con el proceso que actualmente debemos llevar para cambiar el nombre del carnet de identidad. Una compañera siguió todos los pasos; el psicólogo emitió un informe para el juzgado de garantía que indicaba que se podía acoger el cambio de identidad, pero el juez no quiso y la mandó al Servicio Médico Legal para que la revisaran… situación que vivó la protagonista de la película.
Si bien creo que el éxito de la película ha permitido abrir el tema transgénero, aún no tenemos garantías para nada. Nuestras problemáticas están más visibles, nuestra lucha también; pero siguen existiendo vulneraciones en el día a día. Lamentablemente hoy no hay justicia para nosotras.
Legislación
¿Qué opinión tienes sobre la discusión entorno a incluir o no a los niños y adolescentes en la Ley de Identidad de Género?
Me han criticado por mi opinión. En Santiago, en una actividad de la red nacional en la que está adscrita la agrupación, algunos se molestaron conmigo, porque yo creo que no se debería incluir a los niños y niñas.
Les expliqué que cuando yo viví mi proceso tenía amigos que iban a la par conmigo, pero que luego desistieron ya sea porque se enamoraron de alguna mujer u otra situación. Los niños deben ir resolviendo su identidad con el tiempo, porque puede ser que un padre intervenga de mala manera. Es un tema complejo, se requiere acompañamiento psicológico.
Sin darnos cuenta el tiempo avanzó y casi llevamos una hora conversando. Lorena aún tiene un día con varias actividades, debe ir al servicio de salud para realizar algunas diligencias para la agrupación. Luego debe llegar a su casa, atender a su papá y recibir a una clienta que agendó lectura del Tarot.
Damos por terminada la entrevista y Lorena nuevamente se pone los audífonos, seguramente para escuchar su playlist preferido… “así no escucho las tonteras que me dicen en la calle”, me dice con una sonrisa y se va con paso firme y seguro.
Por LETRA BRAVA