Capitulo 1.- Episodio Personal
En el día de la Mujer tuve el privilegio, por ser parte de la mesa directiva del Colegio de Periodista de Atacama 2016 – 2018, de dar un discurso sobre los principales logros de las mujeres en Atacama y cómo se ha avanzado hacia una equidad de género.
En medio de la preparación del discurso, hubo una idea que procedo a compartir, porque creo que refleja cómo crecí en un ambiente pro hombres, en desmedro de las mujeres, en ejemplos simples donde los concepto del llamado Patriarcado, que para la mayoría de mis “compañeros” suena a un termino tan “feminazi”, es algo que es más común, silvestre y doméstico. Espero que al compartir en esta tribuna de Letra Brava, pueda no solo quedar de manifiesto en un escrito, sino que también sea una forma de abrir los ojos, mentes y ayudar a construir ,humildemente, una sociedad más igualitaria.
Crecí siendo el regalón de mi familia, mi hermana 10 años mayor tuvo que sufrir de esa cultura machista de los ochenta: cuando ella era adolescente y empezó a tener pololos, yo era el chaperón enviado por mi madre a solo estar “presente”, cosa que yo nunca pasé en la misma etapa, jamás tuve “espía” en el living. Para que hablar de los horarios de permisos, mi hermana debía luchar para llegar a la medianoche, dejar números de contacto y hacer una serie de labores domésticas durante la semana, tal cenicienta, para lograr los permisos. En cambio, yo podía llegar más tarde, no tenía que hacer “méritos” durante la semana para los permisos y quizás lo más inverosímil, podía hasta quedarme a dormir afuera en la adolescencia.
En ese sentido lo más triste, fue cuando mi hermana, con notas más que sobre salientes, salió de cuarto medio y tuvo que enfrentar la decisión sobre su futuro, donde claramente, la familia también tiene mucho que decir.
La frase “ella por ser mujer no debería estudiar una carrera profesional” fue algo que solo ahora, años más tarde, con todo lo que se ha hablado de la equidad de género y la oportunidad hacia las mujeres que está en la conciencia pública, puedo lamentar profundamente y reflexionar por lo injusto que fue.
Conversando con mi madre del tema, me explicó que “era lo que se estilaba, ella iba ser madre de familia y no era necesario seguir una carrera”. Entiendo que esta situación debe causar el estupor en cuanto a las mujeres que lean esto y deseen “funar” a mis padres, pero también hay que entender que son personas de escasos estudios: se conocieron en la década del 60, siendo un mozo y una empleada doméstica de una familia aristócrata de Chile y El Salvado. Fue su forma de salir adelante, cuando en el período de recesión en el gobierno de Salvador Allende, esta familia decidió irse del país.
Es por eso que creo, que ejemplos de episodios de este tipo reflejan como las mujeres fueron, son y serán desplazadas. Situaciones que hoy vemos diariamente desde la solicitud de empleo, por un posible embarazo o por un plan de salud en una Isapre.
La lista de ejemplos es larga, pero en esta primera columna que pretende ser una declaración de principios personal, deseo manifestar mi deseo e invitarlos a dejar las etiquetas: si es rojo o blanco, si es correcto o incorrecto: deseo aceptar la multidiversidad en cualquiera de sus formas, donde el insulto y las burlas, no deben tener cabida, partiendo por casa, porque todos tenemos una hermana lejana o cercana, donde debemos estar atentos a que la igualdad sea tal cual.
Por: Cristian Abello Navarro