“Valdivia, que lindo es Valdivia…»

Ya lo decía Sexual Democracia en su canción Regionalización, y es que «Santa María la Blanca de Valdivia» o como la conocen los amigos, Valdivia (ZAL), es un lugar que recomiendo conocer.

A 1.649 km de Copiapó, puedes llegar directo en avión  o bien, combinando avión-bus, ya que Valdivia no tiene buena conexión aérea.

Para elegir tu fecha de viaje, deberás pensar primero en tu relación con la lluvia… porque allá LLUEVE, con mayúscula y a la antigua (¡y a veces de maneras nunca vistas!), especialmente entrando al otoño e invierno, aunque debes saber que allá llueve todo el año. La fecha también dependerá si prefieres encontrarte con mucha gente o no.

A mi juicio una de las mejores fechas es a fines de febrero, para coincidir con la Semana Valdiviana, cuando se desarrollan una serie de actividades que culminan con el cierre del verano, con botes alegóricos que recorren el río Valdivia, fuegos artificiales y cascadas de luces desde sus puentes… ¡Se llena!, pero realmente vale la pena! Lo malo: suele acabarse la cerveza artesanal.

Si haces una escapada de 3 días, alcanzas a hacer mucho, obvio que si vas por más días tanto mejor. Para conocer los alrededores, toma un catamarán y haz el tour de día completo para visitar los fuertes de las localidades de Manceras, Niebla y Corral. En este último hacen recreaciones de las batallas entre españoles y chilenos, ¡Averigua los horarios! El tour considera almuerzo y once. Simplemente una delicia navegar por los 7 ríos. Ojo con el Canelos, embarcación de carga emblemática que fue arrasada por el maremoto del 60 y que ya poco se aprecia de ella.

En la ciudad, lo de más fácil acceso es conocer el Jardín Botánico de la Universidad Austral en Isla Tejas, tiene varios senderos a orillas del río; Otras alternativa son visitar el Parque Saval y su sector de esculturas; el Mercado Municipal, donde encontrarás artesanía; y diversos museos (hay un museo naval dentro del Submarino O`Brien encallado en el paseo fluvial, muy original).

Sin duda encontrarás mucho que hacer, muchos lugares por visitar, pero el imperdible es el recorrido por el Mercado Fluvial. Lleno de colores y vida, muy variado y relativamente ordenado. Por un lado, encuentras todos los pescados y mariscos de la zona, y por el otro, productos del campo. Si quieres llevar algo – el kilo de almejas frescas no es opción -, lleva queso y pescado o mariscos ahumado… Fotografía los lobos marinos, pero si están en el mismo paseo, ¡toma distancia!

Hablando de comida, no puedes irte de Valdivia sin probar un clásico de clásicos: los Crudos y Kuchen de Nuez en Das Hauss (ex Café Haussmann, ubicado en O’Higgins 394… ¡pongo la dirección porque no es lo mismo que el de Isla Tejas! No confundir!!!!). Para probar productos del mar, en el Mercado hay mucha oferta, pero me quedo con la picada Alondra, segundo piso por fuera, con terraza y vista al río…

Y ya que en estos días ha estado de moda la realeza, hablemos de la Reina: la cerveza artesanal. Con más de 40 microcervecerías, no puedes dejar de tomar un shop bien helado. La más famosa en todo Chile es la Kunstmann, pero te recomiendo probar las experimentales que ofrecen en sus locales, esas que nunca encontraremos en el supermercado. Y solo por mencionar algunas que he probado, Bundor, Cuello Negro, Selva Fría. ¿Dónde tomarlas? En algún local de Isla Tejas como El Bunker y Growler y en Barrio Esmeralda, en el Irish Pub Clover.

¡Parte con esto y nacerá en ti las ganas de volver a la Región de los Ríos para explorar cada uno de sus verdes rincones!

 

Por Rhodia Cornejos Zapata

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